ImagenEntrada a la Ciudad Prohibida, Tian'anmen
Llevaba años deseando visitar China y hasta ahora lo más cerca que había estado fueron unos días que pasé en Hong Kong de camino a Filipinas con mi amigo Jesús en mi primer viaje por tierras asiaticas.

El pasado agosto con un visado para dos meses por tierras chinas, de esos que ahora se han puesto imposibles de conseguir y que a mi me costó una semana de papeleo en la embajada china en Thasken (Uzbekistán) estando ya a los pies de la frontera entre China y Kirguistán tuve que regresar a España con la fecha de entrada del visado a punto de caducar debajo del brazo y volver a solicitar otro, esta vez de 30 días (¡aunque al final me dieron 32!) para el gigante entre los gigantes.

Después de tantas idas y venidas mis ganas por poner un pie sobre suelo chino iban en aumento así que las expectativas eran muy altas y he de decir que tras más de una semana por estas tierras se estan viendo superadas con creces. Lo menos que se puede decir de China es que es una locura de proporciones colosales que no puede dejar indiferente a nadie.

Durante los primeros días nos hemos dado sesiones maratonianas pateandonos Pekín de arriba a abajo y aun así tengo la sensación que queda tanto por ver que la ciudad no se acaba nunca. Desde los lugares más tipicos como la Ciudad Prohibida o el Palacio de Verano hasta el vanguardista Distrito del Arte 978 todo tiene unas dimensiones a las que en Europa no estamos nada acostumbrados. Al igual que a las multitudes, esas multitudes que lo invaden todo y que hacen que uno se pregunte si los nacidos por aquí han sentido alguna vez lo que es estar solos consigo mismo y sus pensamientos y nadie más alrededor. Al principios parece imposible que te puedas llegar a quedar solo en este país, y sobretodo en sitios emblematicos, pero luego te das cuenta de que son personas muy gregarias y que lo suelen tener todo muy planificado, por ejemplo visitarán la muralla china con un tour organizado y si las visitas a la muralla terminan a las 17:00 todo el mundo se habrá ido a las 16:00 por lo que si tú vas por tu cuenta y negocias con el conductor de la minivan que te ha llevado hasta allí que ha de esperar hasta las 17:00 en punto te dará una hora para disfrutar de la muralla en exclusiva para ti solito toda entera, además disfrutando de los colores de la puesta de sol. ¡Recomendable al 100%!