¿Quién es Eduardo Garcés?
De padre madrileño y madre oscense nací y me crié en un pequeño pueblo de la Cuenca Minera de Riotinto llamado El Campillo (Huelva) de donde conservo enormes recuerdos y no menores enormes amigos.
A las 18 comencé mi andadura, nada reseñable, por la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, de donde salí con un selecto puñado de grandes amigos y excelentes compañeros de camino.
Por avatares del destino comencé a trabajar en una empresa relacionada con las nuevas tecnologías donde una vez más llegaría a conocer amigos de los que te cambian la vida. Allí se me brindó la oportunidad de trabajar en un nuevo proyecto en Santiago de Chile. Mis deseos viajeros no hicieron más que confirmarse y mis ansias por conocer el mundo en el que vivimos se vieron avivadas como nunca antes.
De regreso a España viví el momento más traumático de mi vida, a mi madre, mujer a la que debo todo lo que soy y a la que estoy profundamente agradecido por toda la paciencia y amor que me dio, le diagnosticaron un cáncer que en poco más de un año le hizo envejecer 30 años hasta que finalmente se le consumió su infinita vitalidad.
Nuevos horizontes laborales me hicieron cambiar Sevilla, la ciudad en la que pasé más de 13 años de mi vida por Madrid, en uno de esos trabajos de los que se suelen considerar bien pagados, y más en tiempos de crisis, pero que no me realizaba ni como persona ni profesionalmente. Lo mejor de esos 3 años, el reencuentro con mi familia materna, cuyo soporte y cariño nunca se lo tendré lo suficientemente agradecido, y siguiendo fiel a mi costumbre, otro selecto grupo de amigos que han hecho que finalmente me lleve un gratísimo recuerdo de mi estancia madrileña.
Cansado de estar jornadas laborales viendo en mis compañeros más viejos y amargados el espejo de lo que me deparaba el futuro si no actuaba y sin dejar de tener en mente todo lo vivido e interiorizar eso de "hoy estás aquí pero mañana puede que no", decidí renunciar a mi puesto de trabajo y apostar un doble o nada a que la vida me tendría aventuras maravillosas por venir siempre que me lanzase a ello.
A las 18 comencé mi andadura, nada reseñable, por la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, de donde salí con un selecto puñado de grandes amigos y excelentes compañeros de camino.
Por avatares del destino comencé a trabajar en una empresa relacionada con las nuevas tecnologías donde una vez más llegaría a conocer amigos de los que te cambian la vida. Allí se me brindó la oportunidad de trabajar en un nuevo proyecto en Santiago de Chile. Mis deseos viajeros no hicieron más que confirmarse y mis ansias por conocer el mundo en el que vivimos se vieron avivadas como nunca antes.
De regreso a España viví el momento más traumático de mi vida, a mi madre, mujer a la que debo todo lo que soy y a la que estoy profundamente agradecido por toda la paciencia y amor que me dio, le diagnosticaron un cáncer que en poco más de un año le hizo envejecer 30 años hasta que finalmente se le consumió su infinita vitalidad.
Nuevos horizontes laborales me hicieron cambiar Sevilla, la ciudad en la que pasé más de 13 años de mi vida por Madrid, en uno de esos trabajos de los que se suelen considerar bien pagados, y más en tiempos de crisis, pero que no me realizaba ni como persona ni profesionalmente. Lo mejor de esos 3 años, el reencuentro con mi familia materna, cuyo soporte y cariño nunca se lo tendré lo suficientemente agradecido, y siguiendo fiel a mi costumbre, otro selecto grupo de amigos que han hecho que finalmente me lleve un gratísimo recuerdo de mi estancia madrileña.
Cansado de estar jornadas laborales viendo en mis compañeros más viejos y amargados el espejo de lo que me deparaba el futuro si no actuaba y sin dejar de tener en mente todo lo vivido e interiorizar eso de "hoy estás aquí pero mañana puede que no", decidí renunciar a mi puesto de trabajo y apostar un doble o nada a que la vida me tendría aventuras maravillosas por venir siempre que me lanzase a ello.
¿Por qué me voy de España?
El detonante fue la muerte de mi madre, hecho que hizo tambalearse los cimientos más profundos de todo mi mundo.
Desde que con 5 años tomé conciencia en una noche cualquiera justo antes de ir a dormir en casa de mi abuela materna en Barbastro (Huesca) de que yo un día futuro moriría el tema de la muerte siempre me ha producido cierto desasosiego, y sobre todo morir sin haber cumplido mis sueños.
Cierto es que mi temor a dejar este mundo es sólo uno de los motores que motivan mi cambio de vida.
En el fondo todo se resumen en la búsqueda de la felicidad.
El ambiente social y económico en España se me hacía cada vez más opresivo. Tenía un trabajo que lo único que me aportaba era dinero, para muchos más que suficiente, pero no para mi, o al menos no para mi ahora.
Por fortuna nunca me dio por endeudarme y carecía de otros lazos que me retuvieran en un lugar determinado y he contado tanto con el apoyo de mi familia como de mis amigos a la hora de romper con la rutina y comenzar esta odisea, en la que de momento espero alejarme del gris oscuro con el que nos bombardean diariamente todos los medios, disfrutar de la vida todo lo que pueda, intentar encontrar mis pedacitos de felicidad correspondientes, y con suerte quién sabe, incluso un lugar en el mundo.
Desde que con 5 años tomé conciencia en una noche cualquiera justo antes de ir a dormir en casa de mi abuela materna en Barbastro (Huesca) de que yo un día futuro moriría el tema de la muerte siempre me ha producido cierto desasosiego, y sobre todo morir sin haber cumplido mis sueños.
Cierto es que mi temor a dejar este mundo es sólo uno de los motores que motivan mi cambio de vida.
En el fondo todo se resumen en la búsqueda de la felicidad.
El ambiente social y económico en España se me hacía cada vez más opresivo. Tenía un trabajo que lo único que me aportaba era dinero, para muchos más que suficiente, pero no para mi, o al menos no para mi ahora.
Por fortuna nunca me dio por endeudarme y carecía de otros lazos que me retuvieran en un lugar determinado y he contado tanto con el apoyo de mi familia como de mis amigos a la hora de romper con la rutina y comenzar esta odisea, en la que de momento espero alejarme del gris oscuro con el que nos bombardean diariamente todos los medios, disfrutar de la vida todo lo que pueda, intentar encontrar mis pedacitos de felicidad correspondientes, y con suerte quién sabe, incluso un lugar en el mundo.
¿Por qué pongo rumbo a Asia?
Tres premisas me han hecho decantarme por Asía.
Primera: no quería ningún destino donde pasase frío. Esto descarta casi por completo Europa, Norte América y varios destinos de moda como Nueva Zelanda o Chile.
Segunda: Tenía que ser barato. Dado que pretendo vivir de mis ahorros una serie de meses, no es lo mismo vivir en Tailandia o Laos que en Australia. Hasta que consiga autofinanciarme de nuevo quedan descartados destinos desarrollados donde mis ahorros se vean considerablemente mermados.
Tercera: Debía escoger un destino donde no se hablase Español. Esta medida es un tanto aleatoria, y en el fondo la tomo más que nada porque conociendo ya algunos países de Latinoamérica tengo por seguro que si hubiera comenzado mi aventura en ese continente difícilmente hubiera continuado luego por Asía, y sin embargo estoy convencido que con todo lo que Asía tiene por descubrir y ofrecer, las diferencias culturales son tantas que tarde o temprano continuare camino a Las Américas.
Primera: no quería ningún destino donde pasase frío. Esto descarta casi por completo Europa, Norte América y varios destinos de moda como Nueva Zelanda o Chile.
Segunda: Tenía que ser barato. Dado que pretendo vivir de mis ahorros una serie de meses, no es lo mismo vivir en Tailandia o Laos que en Australia. Hasta que consiga autofinanciarme de nuevo quedan descartados destinos desarrollados donde mis ahorros se vean considerablemente mermados.
Tercera: Debía escoger un destino donde no se hablase Español. Esta medida es un tanto aleatoria, y en el fondo la tomo más que nada porque conociendo ya algunos países de Latinoamérica tengo por seguro que si hubiera comenzado mi aventura en ese continente difícilmente hubiera continuado luego por Asía, y sin embargo estoy convencido que con todo lo que Asía tiene por descubrir y ofrecer, las diferencias culturales son tantas que tarde o temprano continuare camino a Las Américas.
Mapa con los países que he visitado hasta ahora
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